EN UNO DE NUESTROS scoutings fuera de Buenos Aires, conocimos un par de chicas rosarinas a las que no sólo les sacamos el teléfono, sino que además les prometimos producciones. Fueron cayendo a la redacción de a poco. Pasaban las semanas, y nos faltaba una: no teníamos ni el nombre, ni el celu, nada. Sólo el dato de que era una morocha de 19 años y que estaba más buena que un gol de Newell's a Central con la mano en el minuto 91 y que el gol de Palomita de Poy, todo junto. Teníamos sólo un dato: le decían “Frutillita”.
El tiempo nos llevó un par de veces más a la ciudad de Fito y Lito Nebbia (por laburo, nada de visitas al Palacio Berlusconi...), y la desaparecida Frutillita seguía br illando por su ausenc ia. Hasta que una noche, Daikiri en mano y Danza Kuduro de fondo, nos tocaron el hombro: “Hola, soy Sarah... Frutillita”. De pronto empezó a sonar Queen con 'We are the Champions'. Solo pudimos abrazarla, ojear cómo venía de atrás y empezar a sacarle la ropa. Con ustedes, nuestra alta nena de mayo: Sarah Heisterwor. Frutillita para los amigos...
“Sí, Soy bastante escurridiza pero al mismo tiempo me entrego sin restricciones cuando estoy en la cama con alguien”, nos explica, sin que la dejemos de abrazar. Le pedimos disculpas y seguimos escuchándola. “Sé que me vas a preguntar cómo me gusta hacerlo, en qué posición, cuántas veces... Mirá, a mí me gusta todo. Cuando hago el amor me gusta sentirme totalmente entregada y ver cómo mi amante se apresura en gozarme, cómo me acaricia todo el cuerpo, cómo me besa el cuello o la boca. Y me encanta ese momento cuando siento la penetración, cuando lo siento dentro de mí por primera vez”. Hay cosas que poco te van a interesar de ella: que estudia Comercio exterior, que todavía vive en Rosario y que su sueño es viajar a Buenos Aires a hacer carrera como modelo.
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Pero la cosa cambia cuando nos cuenta su jueguito en el sommier: “Con mi actual pareja somos muy degenerados, él me regaló un dado con posiciones sexuales. Lo tiramos y el dado nos guía. Me encanta jugar con eso. Es lo más, cuando me toca arrodillarme”. Qué lindo. Pero mejor tachanos la doble, Frutillita.
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