Es un ícono de la niñez de las chicas. Sus formas polémicas marcan la moda desde hace varias décadas. Pero lejos de ser un producto pensado para las nenas, en su origen, fue un objeto erótico pensado para varones adultos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el dibujante Reinhard Beuthien publicó en el tabloide "Bild" la caricatura de Bild Lilli: una mujer atractiva, fatal, soñadora, ambiciosa, rubia y dispuesta a captar la atención del público adulto. Su imagen evoca las porteñísimas “Chicas Divito”, que salían en la revista “Rico Tipo”.
El 24 de junio de 1952 se publicó la primera historieta y fue un éxito. Lilli tenía una personalidad firme y sin vueltas a la hora de hablar de sexo. La caricatura se volvió muy famosa. Fue tal su éxito, que tres años después se lanzó la muñeca.
Lolas grandes, cinturita de avispa, labios colorados como un corazón, piernas interminables y una mirada firme, la muñeca rubia fue una celebridad entre los adultos que podían pagarla, porque era muy cara.
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Cuatro años depués, Ruth Handler modificó su imagen y la convirtió en Barbie. La empresa Mattel, Inc. compró los derechos y la fabricación de Lilli se frenó tras haber vendido más de 130 mil ejemplares.
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Así que si Barbie sigue encendiendo a los varones, no será porque son unos pervertidos, sino que encuentran en el alma de la muñeca, el espíritu con que fue creada hace más de seis décadas.
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