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SIN CATEGORíA | 24-11-2016 21:51

Golf en Escocia

El periodista nos cuenta su experiencia al jugar en la mítica cuna del golf en el Old Course

Viajar a Saint Andrews, Escocia, es el sueño de todo golfista apasionado, y yo lo soy. Desde hace poco, apenas siete años. Se oye muy seguido que quien empieza a jugar este deporte se engancha, se obsesiona, mira torneos por la tele, busca conocer nuevas canchas y mejorar.

Y el mayor deseo, quizá sea conocer la llamada “cuna del golf”. Se dice que allá comenzó todo con los pastores, que se entretenían pegándole a las piedras con sus palos, mientras cuidaban la ovejas (de hecho el palo de golf y el bastón de los pastores tienen cierta similitud).

Desde que un amigo muy fanático se mudó a Londres por laburo y dijo que teníamos que conocer Saint Andrews, a todo nuestro grupo de golf se nos encendió la ilusión de cumplir con esa fantasía. Ayudó mucho que nos recibiera en su casa. El viaje lo hicimos tres amigos desde Buenos Aires. Al grupo se sumó el suegro de mi amigo de Londres, y su novia, se quedó con la novia de nuestro anfitrión en Londres. Uno de los golfistas y yo no tuvimos problemas en invertir un buen dinerillo, ya que no tenemos familia, y nadie nos reclama por semejante gasto para jugar cinco días al golf.

Desde Londres, avión a Edimburgo, y de ahí, hora y media en auto a “nuestra Meca”. Cuando llegás y te encontrás en pocos metros cuadrados con un pueblito medieval construido con piedras grises, de cuyo corazón nace la cancha de golf más antigua del mundo (el 'Old Course'), a orillas del Mar del Norte (donde se filmó “Carrozas de fuego”), el edificio de la R&A (donde se dictaron y se dictan las reglas del golf como lo conocemos) y cientos de golfistas del todo el mundo que llegaron para cumplir su sueño… juro, es raro, pero te embarga una gran emoción.

En ese espacio mítico, con 600 años de historia, arranca el hoyo 1 y termina el 18 del Old Course, rodeado por la ciudad, por donde camina la gente ya que es un campo público y donde cada cinco años se juega el British Open (una especie de Wimbledon del tenis) que todo golfista mira por televisión. El campo tiene la particularidad de que los golfistas comunes pueden jugarlo y disfrutarlo en las mismas condiciones que lo hacen los golfistas profesionales.

El golf es el único deporte que te permite jugar las canchas más importantes con amigos. No podrías armar un picado en Wembley, solo accederías a las tribunas o una visita turística. Acá lo podés jugar, claro. Pero no es fácil. Saint Andrews tiene al Old Course como su vedette, y aunque lo circundan a modo de racimo otras cinco canchas y otras tantas en las afueras (tanto o más bellas, que describo aparte), el objetivo es jugar ahí. Alguna vez, Carlitos Tevez, que es un gran fan, me contó que pese a ir a Saint Andrew más de una vez, y residir en Inglaterra con un helicóptero a disposición por si salía sorteado, nunca lo había podido jugar.

Las maneras de jugar son varias: las más lógicas son reservar turno en la primera semana de septiembre para el año siguiente, o comprar un costoso paquete por agencia turística de golf. Después, empieza el azar. Podés anotarte y salir sorteado en la “ballota” que se hace todos los días para jugar 48 horas después. También podés hacer una cola desde la noche anterior para ir a una lista de espera para los 10 a 20 lugares que quedan libres cada día. Acá no hay colados, vivos, ni coleros. El que quiere jugar, hace la cola y se la banca. Y fundamentalmente, respeta el lugar del otro. Imaginate que en agosto (mes que recomiendo por mejor clima y días largos) pegan unos 240 golfistas por día, en líneas de a cuatro y cada 10 minutos desde las 6.30 de la mañana hasta pasadas las 9 de la noche. Como Carlitos Tevez, nosotros tampoco tuvimos suerte en el sorteo, así que fuimos de madrugada a la fila. Nos levantamos a las 4, llegamos a las 5 cuando empezaba a aclarar, estábamos en el lugar 15° y 16° (los primeros habían ido a las 9 de la noche del día anterior, una locura).

A las 6 abren, y te anotan. De ahí te vas a dormir un rato más y tipo 11, volvés para ver cómo vienen los espacios. Nunca te aseguran el lugar, te quedás cerca de la casita del starter, dando vueltas, sacando fotos y practicando en el putting green. En nuestro caso, después del mediodía nos llegó la noticia más esperada: íbamos a tener lugar tipo cuatro de la tarde. El esfuerzo había valido la pena, si lo hacés, tenés altas chances. Y ahí estás, en el mismo lugar donde De Vicenzo logró dos subcampeonatos (1960- 1964) y donde Tiger Woods ganó en el 2000 y 2005 diciendo: “Ganar acá es lo máximo”.

La cancha es tipo links (como todas en Escocia) sin árboles, ni agua, con suelo arenoso, con muchas ondulaciones diseñadas por la erosión de la naturaleza y donde el rey de los obstáculos es el viento, que no deja de soplar jamás. Los greens son los más grandes que hayas visto y los bunkers profundos y con paredes rectas, te intimidan cuando tenés que sacar la bola de ahí adentro. Además del golpe de salida, hay tres momentos épicos en la cancha. Cuando con el drive (primer golpe) en el hoyo 17 tenés que volar por arriba del hotel que se mete en la cancha, cuando tras la salida del 18 cruzás por el Swilcan Bridge donde los profesionales posan para “la foto del torneo” con todo el pueblo detrás y cuando metés el último putt. Si es bueno, siempre hay gente mirando que aplaude tu cierre, como un rito religioso que corona tu vuelta. Cumplir el sueño no es barato, pero tampoco imposible. En nuestro caso, los costos fueron incluidos en un viaje a Europa con otros destinos. Pero si el destino fuera solo Saint Andrews, por cinco días de golf en forma particular, habría que pensar entre cuatro y cinco mil dólares, con números holgados y redondos. El Green fee promedio de esas canchas ronda los doscientos dólares y un caddie, unos ochenta. El pasaje a Edimburgo vía Londres dos mil dólares para el vuelo continental y otros trescientos para el tramo local. Las comidas andan entre los veinte y los cuarenta dólares, de acuerdo al lugar. El alojamiento son unos cien dólares por cabeza y por día, si se alquila un depto temporario para el grupo, es mejor y más barato que los hoteles. ¡Golfistas del mundo, hay que animarse! La chance de hacer el viaje de tus sueños no es un imposible. Como las mujeres deseadas, un día se alcanzan.

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