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SIN CATEGORíA | 22-07-2016 13:23

Quidditch en Argentina

Las sagas más exitosas de la historia del cine y la literatura supieron tener spin-off, secuelas, precuelas, documentales y más, pero pocos pueden vanagloriarse de tener un deporte propio que salió de la ficción y se convirtió en realidad. El universo de Harry Potter puede colgarse la medalla de tener al Quidditch como actividad en el mundo de los “muggles”. En Argentina también se juega y en H nos fuimos hasta un partido y te lo contamos. Vengan, pasen y lean, les abrimos la puerta ¡Alohomora!

El incipiente sol del domingo le quema la cara a los que todavía no volvieron a casa después de un sábado de joda por Palermo. Cerca de los que bajonean unas facturas, están los señores que pasean a sus perros y las chicas palermitanas que salen a correr para mantener sus esbeltas figuras que lucen debajo de la lycra brillante de sus calzas. Después de caminar varios metros en ese pedazo verde de la ciudad, encontramos un grupo bastante numeroso de chicas y chicos divididos por equipos con sus respectivas camisetas. Todavía no sabemos si son nuestra gente. Acá no podemos decir “Accio” y que aparezca lo que estamos buscando. Una bandera con el escudo de Ravenclaw, una de las casas de Hogwartgs  la escuela de magia nos dijo que estábamos donde teníamos que estar.  Los Deathly Dragons y los Black Birds, dos de los 8 equipos que compiten en nuestro país se preparan para el primer amistoso de la jornada. Aunque estaba dispuesto un torneo, unas disputas dirigenciales, un poco menos polémicas que en AFA, pero problemáticas al fin, convirtieron al campeonato en un par de partidos amistosos. Por suerte no tuvo que intervenirlos el ministerio de magia con la nefasta Dolores Umbridge.

Macarena integrante de los BlackBirds comenta: “Entre todos los que jugamos hay chicos que somos super fanáticos de la saga, leímos todos los libres varias veces y ni hablar las películas y también hay chicos que capaz vieron alguna peli y se engancharon más por el deporte en si y por el buen clima y compañerismo que hay en su equipo”. El Quidditch como lo conocemos en la saga y como es en la vida real tiene obvias modificaciones. Las pelotas no vuelan solas y mucho menos los jugadores montados en escobas, sin embargo, las mismas deben estar presentes entre las piernas de cada jugador. “Si se te cae, escomo si te cayeras vos de la escoba y tenes que volver hasta los tres aros para seguir jugando”, explica Fio una de las cazadorasde su equipo abrigadísima con su buzo de Slytherin. Además las hay tres Bludgers que solo pueden utilizar los golpeadores de cada equipo.

Otra de las grandes modificaciones deportivas es la famosa snitch dorada. “Al tener la obvia imposibilidad de tenerla volando por los aires para que los buscadores la atrapen, un jugador imparcial se cuelga una pelota de tenis metida en una media que  se ata en la parte posterior de la cintura del corredor de la snitch como si fuera una cola. “Sólo los buscadores pueden intentar atraparla y no pueden ejercer fuerza sobre el corredor de la snitch. Cuando la atrapan, se le dan 30 puntos al equipo que la capturó y se finaliza el partido. Otra diferencia es que la snitch recién ingresa a la cancha en el minuto 18, porque imagínate que este de arranque y la atrapen al minuto, se nos termina el partido enseguida. Además las posiciones de Guardián, Cazadores, Golpeadores y el Buscador se identifican con vinchas de colores. Así se puede diferencias a cada uno de los 7 jugadores” explica Facundo jugador de los BlackBirds

Joaquín integrante y uno de los fundadores de los Deathly Dragons de Rosario comenta: “Yo conocí el deporte por ser fanático de la saga y en una convención que se hizo hable con unos chicos que ya venían jugando Quidditch en Buenos Aires y me empecé a enganchar. Fuimos juntando la gente y arrancamos. Nos pasó que muchos pasaban por los entrenamientos que son al aire libre y se acercaban a preguntar porque les llamaba la atención y querían jugar capaz sin conocer casi nada de la saga. Varios se acercaron más por el deporte que otra cosa. A muchos que somos fanáticos de Harry Potter nos gustaba la idea de jugar al Quidditch como los personajes y nada más pero una vez que te metés te enganchás a full”. Facundo por su parte también explica: “No te voy a mentir que hoy me gusta más el deporte que la saga, porque sigo siendo muy fan de Harry Potter, pero me encanta jugarlo. En mi equipo somos muchos que hicimos otros deportes, como básquet y hasta rugby pero en el Quidditch encontramos el que más disfrutamos. Es un deporte con mucho desgaste, mucho roce.  Los equipos nos entrenamos con mucha responsabilidad, un preparador físico y todo”.  Ninguno nos exageró, antes de empezar cada partido los equipos hacen un riguroso calentamiento previo que culmina con un abrazo grupal y una arenga casi de un equipo de rugby y un poco futbolera.

Ante cada charla con integrantes de los equipos todos destacan la unión entre los compañeros y hasta con frases de cassette de futbolista como “Si se equivoca uno, nos equivocamos todos y si acierta uno acertamos todos” pero a la hora de mirar el partido realmente notamos el apoyo entre ellos y hasta la inclusión. En cada equipo hay jugadoras y jugadores de diferentes edades y físicos. Esto no es casual. Entre las reglas internacionales del deporte existe una en particular que indica que un equipo puede tener máximo cuatro jugadores del mismo género dentro del campo. De esta forma al menos dos jugadores (el buscador no cuenta) de un género distinto al mayoritario. Además una gran novedad es que el Quidditch es el primer deporte que respeta la identidad de género. No importa la genitalidad de la persona sino como cada uno se siente.

La jornada de partidos de Quidditch se termina con un buen almuerzo. Acá no hay jugo de calabaza, Grageas de todos los sabores, Ranas de Chocolate ni nada de eso, este cronista termina la jornada con un choripán de un puesto de la zona, eso si el chimichurri que nos ofrecen para ponerle es más peligroso que si Voldem…el que no se puede nombrar nos dice Avada Kedavra.

Por Lautaro Androszczuk

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