En sus 84 años, Fernando “Pino” Solanas fue muchas cosas, muy interesantes todas. Y murió por la maldita pandemia de coronavirus que puso el mundo al revés en este fatídico 2020. El cineasta y político murió en París, el viernes 6 de noviembre conectado a un respirador, sin la poesía que reclamaba para su muerte bajo un aguacero en la ciudad luz el poeta César Vallejo.
Pino fue primero autor de una obra cinematográfica muy personal, desde la que defendió sus ideas y le costaron el exilio durante la sangrienta dictadura cívico- militar de 1976. Después, con el regreso de la democracia, volvió a ponerse en boca de todos con sus películas, hasta que dio el salto a la política, que le permitió varios cargos, como el de Embajador argentino ante la Unesco, que lo llevó a Francia en el último año. Más allá de sus alianzas y sus estrategias políticas cambiantes, lo que no cambió fue su forma de pensar y la defensa de sus ideas. Y así como en la dictadura el costó el exilio, en la democracia le costó un atentado por denunciar al poder corrupto.
El orgasmo de una mujer puede cambiar el mundo
Acá queremos recordarlo por un breve discurso, por un detalle más que por una larga explicación de su vida, que muestra su grandeza. Fue el primer hombre que se animó a meter el concepto de “goce” en el Senado de la Nación, y lo definió como uno de los derechos humanos.
Fue durante la discusión sobre la legalización del aborto, allá por 2018, un reclamo que sigue vigente y que el presidente Alberto Fernández se comprometió a discutir y la pandemia lo frenó. En su discurso en defensa del aborto legal seguro y gratuito, el entonces senador dijo que “Dios tuvo la grandeza de junto a la creación, descubrirle al hombre y a la mujer, el goce, señora presidenta, que es un derecho humano fundamental”, y recordó cómo había sufrido en carne propia, antes de los 20 años, las consecuencias de la represión social. “Yo viví el pánico de esa chica”, recordó más de seis décadas después a su novia de los 16 años, que estuvo entre la vida y la muerte como consecuencia de un aborto clandestino. “Yo no quiero una juventud con pánico”, “Y qué derecho tiene el pobre, si en la crisis brutal que vive la Argentina de una crisis en otra, ¿no le queda por lo menos el derecho de amarse?”, sentenció en un discurso que quedó para la historia.
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