El orgasmo de las mjeres, puede cambiar el mundo. De hecho, además de cambiar la producción momentánea de endorfinas y oxitocina que producen bienestar y apego, cambian un orden social donde la mujer estaba sujeta al hombre, y ambos, a la prevalencia del pene en su perfomance sexual.
Después de milenios de saberes primero mágicos y luego médicos, los que saben no vinieron a liberar a la mujer diciéndole: “hacélo a tu manera para sentir placer”, sino “dejálo hacer a él porque sólo él te puede dar placer”. Un mandato que produjo no sólo una esclavitud, la de a quien le tocó el rol pasivo, sino dos esclavitudes: también el activo de la frase se convertía en esclavo al cargar sobre su espalda la responsabilidad del goce por dos personas y no por sí mismo. Claro que las mujeres homosexuales no vivieron nada de lo que aquí cuento: en principio la pasaron mucho peor por su inclinación y sus favoritismos sexuales en sociedades donde el desvío de la norma era impensable. Pero una vez que el desvío fue aceptado como saludable y con ello cambió de signo, el resultado es mujer frente a mujer es imposible esconderse lo que una y las dos ya saben. En el caso, por supuesto, que hayan sido habilitadas a experimentar con su cuerpo desde pequeñas o, más aun, que hayan sido lo suficientemente transgresoras para hacerlo.
¿Por qué el orgasmo femenino es tan difícil de alcanzar?
Una se pregunta cómo puede ser que los griegos antiguos fueran tan inteligentes para todo, como para darse cuenta que la mujer tiene diez veces más puntos erógenos que un hombre, y sin embargo en la historia de occidente arribamos a los comienzos del siglo XX con una ciencia de la psiquis que en principio tacha como anormales y neurótica a las mujeres que no vivencian orgasmos vaginales. La verdad es entre los misterios legendarios debería contarse la piedra filosofal, el cáliz sagrado y orgasmo vaginal.
Hace poco menos de setenta años (1954, para ser exactos) que los psiquiatras y sexólogos llegaron a la conclusión que tal mote de “frígida” y “anorgásmica” porque con la cosa peneana de émbolo y pistón dentro hasta el infinito, una mujer podía sentir muchas cosas antes que un orgasmo: indiferencia, decepción, irritación, hartazgo, y sobre todo, rabia; así que sacaron las palabrajeas del manual.
La idea de tener sexo para complacer a la pareja, siempre, subleva a cualquiera. Gracias a los libros "Comportamiento sexual del hombre" y "Comportamiento sexual de la mujer", de Alfred Kinsey, respectivamente en 1948 y 1953, a "Respuesta sexual humana", de Master y Johnson, de 1960, y al "Informe Hite" de Shere Hite en 1976, todo el aparato de la psiquiatría y la psicología puesto al servicio de entender la histeria y otras patologías femeninas en base a la insatisfacción sexual femenina, se derrumbó.
Y sin embargo, aun hoy encontramos a los hombres obsesionados por el tamaño y la erección de su pene, no pudiendo deponer un pensamiento fálico desquiciante, para vivir una sexualidad, ya no digo plena, pero al menos, alegre con la partenaire. Tal vez haya que empezar a pensar que la normalidad no existe, que somos como somos, y escuchar y probar en materia de sexo aquello que nos dá placer, sea cual sea el envase en el cual el Creador nos metió. Tal vez el día sea hoy; bienvenidos al descubrimiento del clítoris de la compañera y bienvenidos a la libertad del goce sin atenerse a las normativas vigentes. Feliz día del orgasmo femenino.
* Patricia Suárez es la escritora y dramaturga, su último libro es "Mitos y más mitos sobre el orgasmo femenino" .
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