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SIN CATEGORíA | 17-02-2011 21:48

Sr. Boquete

Un GPS, maquinaria de última generación y paciencia. El boquete, contado desde adentro. Habla Luis Mario Vilette Sellanes, el idéologo del robo del siglo.

Por Facundo Pastor / Fotos: Cedoc

Mario habla sin parar. Mezcla palabras técnicas y frases bien callejeras. No hay dudas que ha vivido intensamente. Habla con la misma exactitud de sus asuntos jurídicos como del mate uruguayo que tanto extraña. Cada diez palabras se ríe a carcajadas como quien guarda rasgos indelebles de la infancia. Todavía por momentos se siente un niño pero en verdad eso fue hace mucho tiempo.

Mario nació hace cincuenta y cinco años en San José, un pueblo costero cerca a Colonia de Sacramento. Cuando llegó a la Argentina su vida cambió para siempre. Fue allí cuando empezó a profesionalizar su inclinación por el delito y entonces eligió un modo de vivir que se asemeja a un juego apasionante pero muy peligroso.

Se divierte, ironiza, arma frases y es tan creativo en sus relatos como en los mismos robos que la prensa y la policía le adjudican. Su nombre se asocia rápidamente al espectacular robo al Banco Río donde los delincuentes se escaparon en gomones surcando aguas subterráneas de la Zona Norte.

Ese día, según cuentan, entró vestido con un traje gris porque considera que en todo momento hasta en el más extremo es importante mantener a salvo la elegancia. Aquel fue un robo de película como la propia vida de Mario.

El teléfono suena pero tardan en atender.

-Unidad 5, buenos días.

-Hola quisiera comunicarme con el interno Mario Vitette Sellanes.

-Perdón, ¿me repite el nombre del interno?

-Con Mario Vite…

-Ahhh con Marito, espere un minuto.

La comunicación se transfi ere al pabellón “4 bajo”, un módulo para extranjeros que hay en la Unidad 5 de Río Negro, una cárcel para trescientos presos repartidos en un predio de ciento sesenta y seis hectáreas. Como Mario es uruguayo comparte su lugar con serbios, franceses, africanos, italianos y hasta delincuentes de la Guayana francesa.

La música de espera suena insoportable. Pasan los minutos y nada. Finalmente se interrumpe cuando atiende otro guardiacárcel. Parece ser un superior.

-Usted quiere hablar con Vitette, ¿pero de dónde llama?

-Soy periodista de la Revista Hombre- contesto rápido y con seguridad.

Se hace una pausa que me hizo sospechar que el contacto se frustraría una vez más. La última vez que me había puesto en contacto con Vitette se habían generado novedades en la causa del Banco Río y estaba encerrado en otra cárcel. Ahora los noticieros repetían una y mil especulaciones sobre un nuevo robo boquetero: el robo de la sucursal Belgrano del Banco Provincia.

-Vitetteeeeeeeee, teléfono! Vitetteeeee, pronto al teléfono!- grita el guardia generando un eco que me devolvió las esperanzas.

-Me imagino que habrá visto los últimos robos a bancos. ¿Le traen recuerdos?

-No sé, no sé si recuerdos. Lo que sí le digo, yo voy a hablar respetuosamente con usted, yo opinólogo no soy. Yo he hablado mucho del otro robo (se refiere al del Banco Río), porque conozco los cuarenta cuerpos de expedientes, en éste no conozco nada. Sólo lo que he visto a través de la pantalla.

-No parece ser tan sencillo robar un banco con la modalidad boquete. O sí.

-En el banco Río fue un minucioso trabajo de inteligencia y una minuciosa práctica de ingeniería que llevó a conectar con las cajas. Lo que pasa es que yo así a simple vista, voy a hacer un comentario, en este último robo jugaron con el azar.

-El azar, ¿Cómo es eso? Explíquelo.

-Claro, Don Facundo, a ver si me puede seguir. Estos muchachos se la jugaron mucho. Hicieron algo arriesgado porque permitieron que sonaran las alarmas muchas veces. Lo que pasa es que una vez más voy a salir a hablar de la ineficacia del Estado y siempre soy el malo de la película yo. Partamos de la base que la alarma sonó un montón de veces. En el Banco Río, justamente lo que no se dejó librado al azar fue el tema de las alarmas. Cuando sonó la alarma fue de manera justificada. Es decir, se generó lo necesario para activarlas para poder armar toda la obra de teatro y poder escapar con el dinero. Estos jugaron con el azar, pero como este país es un “viva la pepa” hasta el azar juega a favor de los delincuentes.

-No entiendo.

-A lo mejor entraron el día viernes y como sonó la alarma se fueron. Luego esperaron y esperaron y como no pasó nada volvieron cargaron todo y se rajaron con la platita. Es así de fácil, el azar jugó a su favor.

-¿Por qué siempre que hay un boquete o siempre que hay boqueteros, se habla de “Los Uruguayos”? ¿Usted los conoce?

-(Se ríe). Qué se yo. Vio como son los medios. Siempre hablan de los uruguayos pero no existe eso. Puede ser que siempre se especule porque en el robo de la calle Las Heras (Banco de Crédito, 1997) hubo uruguayos. También en el robo al Banco Río y en el del Banco Macro de Callao 264. Menos mal que estaba privado de mi libertad en este último sino me lo hubieran adjudicado a mí también.

¿La banda que actuó en el Banco Provincia era profesional?

-La palabra profesional es rara. Hay bandas que invierten mucha plata y ponen mucha logística y las cosas no terminan saliendo como ellos creen. Recuerdo un intento de robo a un banco donde se compró una casa y se pusieron 70 mil dólares, se compraron compresores de odontología y se armó todo un circo grande. Creyeron que poniendo dinero se iba a perpetrar un ilícito histórico. Pero se confunden, muchos ladrones no se dan cuenta que para hacer esto hay que poner pasión. Lo importante es eso. El dinero va y viene...

-Usted habló de pasión. ¿Sentía eso? ¿Cuál fue el robo más apasionante de la historia?

-Desde la pasión, sin duda me parece que el del Banco Río.

-No tiene una mirada muy romántica de la vida. Yo creo que detrás de esos golpes hay cobertura policial y organizadores que nunca caen.

-Ah, no, no empecemos con lo mismo de siempre. Usted está convencido de que en los grandes robos siempre hay fantasmas dando vueltas. Usted siempre con el mismo verso de que hay un cabeza, que hay un organizador. No amigo, esto le tiene que quedar bien en claro. Nosotros salíamos los fines de semana a recolectar dinero para seguir con el proyecto. Eso es de película, eso es apasionante. Siempre es hermoso poder cumplir con el objetivo que uno se pone. La pasión son la ideas, pero qué le voy a explicar a usted sino no entiende nada de pasión.

-Sí que entiendo de pasión pero usted me quiere hacer creer la película.

-Está bien, pero no existen los fi nancistas, los ideólogos. Existen las ideas y la pasión por robar. Hay quienes se drogan o juegan toda su plata en el casino o se pierden por las mujeres. Otros somos unos apasionados del robo.

-Pero sí existen las zonas liberadas, sí existen los policías corruptos, sí existen los que venden planos. ¿Usted se piensa que los delincuentes del Banco Provincia van a realizar un boquete de 30 metros por debajo de la avenida Cabildo sin tener ciertas garantías?

-Está bien, mi amigo. Usted piense lo que quiera. Yo se cuál es mi verdad. Por eso usted es periodista y yo soy boquetero. Se la hago bien corta para que no crea en fantasmas. Yo me compro un teodolito láser, que me cuesta 1500 pesos. Me meto en el boquete y le apunto latitud, longitud y salgo a donde yo quiero.

-¿Qué es un teodolito láser?

-¿Vio por qué usted es periodista y yo ladrón? (se ríe a carcajadas). El teodolito los utilizan los geólogos, los agrimensores para medir los campos. Antes era todo un sistema diferente. Se usaba un trípode con una burbuja de agua. Ahora a eso se le ponen las coordenadas electrónicamente, se pone la latitud y la longitud. Usted vaya ahora, a una casa de electrodomésticos, cómprese un GPS. Párese en la puerta del banco y usted tiene la latitud y la longitud. Ahora, párese en su casa con el mismo GPS y haga un cálculo y sabe exactamente como llegar. Lo mismo es por debajo de la tierra. Hasta marca los ángulos para poder saber con qué inclinación trabajar. No es tan complejo. Lo que pasa que le repito, usted es buen periodista y a lo mejor hay otros que son buenos ladrones, que no es mi caso (Se vuelve a reír).

-Ya habló de la pasión. Ahora hablemos de la paciencia.

-Muy bien amigo, ahora nos vamos entendiendo. Hay que destacar que para hacer un robo de estas características hay que tener mucha paciencia. Imaginemos la situación: estás en una bóveda y suenan las alarmas. Si no sos un tipo paciente te volvés loco y querés salir corriendo. Ahí juega la paciencia. Entonces tenés que tranquilizarte, quedarte quieto y quedarte pensando en el botín. Tómelo como una opinión más.

-Ahora hablemos de boquetes. ¿Alguna vez recorrió uno?

-No entiendo la pregunta…

-¿No la entiende o se hace el distraído?

-Yo nunca estoy distraído. Por qué no cuenta usted cómo es un boquete ya que recuerdo que se metió con un traje de neoprene cuando fue el robo del Banco Río. Me acuerdo que con una linterna señalaba y decía “por acá se escaparon los ladrones…”. Cuente usted, que parece que sabe.

-Es cierto, yo recorrí el desagote pluvial pero no tenía un traje de neoprene. Me está esquivando la pregunta. ¿Se metió en un boquete o no?

-Está bien, tiene razón. Pero la prensa muchas veces se sube a un circo increíble. Cuando los periodistas decían “por acá entraron los ladrones” y señalaban el boquete del Banco Río, yo decía “no puede ser”. Es mentira lo que dicen, ya que está filmado. Ese día el ingreso fue por la puerta del banco.

-Pero se escaparon por un boquete con todo el dinero.

-No sé, usted dice eso. No me consta.

-Pero perdón, volvamos a la pregunta en cuestión. ¿Se metió en algún boquete o no?

-Puede ser, sí.

-¿Es difícil recorrer uno con la adrenalina de saber que en pocos minutos uno se escapa y se convierte en millonario?

-Es difícil, es complicado. Sobre todo el sistema de ventilación, oxigenación, es muy complejo. El aire no entra en un túnel y se hace denso sobre todo por las emociones que uno siente, el apuro con que uno se mueve.

-¿Cómo se hace para respirar mejor?

-Bueno, basta. No me pregunte a mí. Yo soy un simple ladrón de gallinas (se ríe), pregúntele a los expertos.

-Pero todo el mundo dice que usted es el mejor en materia de boquetes.

-Por favor, no me convierta en ídolo. Una cosa es lo que vemos a través de la pantalla y otra es la realidad.

-¿Y cuál es la realidad?

-Ya le dije. Lo más importante en la vida es la pasión.

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