Hay cosas que son más urgentes que otras y el dinero y el sexo están entre las prioridades humanas, por sobre la salud, de acuerdo al criterio de muchos. Por eso, la famosa zona roja de Ámsterdam está de regreso en julio aunque habían previsto que se abriera recién en septiembre de este maldito 2020.
Holanda fue uno de los países con medidas más relajadas, haciendo lo que llamaron una "cuarentena inteligente" contra el contagio del coronavirus. Polémica hay siempre, con todo. Porque abren, porque cierran, porque salen todos juntos, porque salen de a uno… Lo cierto es que en lo que tiene que ver con los contagios y el cuidado de la salud, es menos problemático abrir una casa de prostitución en la que se toman medidas sanitarias permanentes y en la que hay interacción cercana mayormente entre dos o tres personas, que en el transporte público, una disco o una cancha de fútbol.
Expertas en prevenir contagios, trabajadoras y trabajadores sexuales holandeses saben que el punto central para evitar el COVID-19 son los besos. Algunas prostitutas holandesas habían vivido tiempos difíciles durante el periodo de aislamiento, pero desde la reapertura están viviendo un boom de clientes, a pesar de que todavía no abrieron la llegada de turistas.
Los increíbles efectos curativos del sexo
Según las nuevas normas de adaptación a los tiempos de la "pandemia". Si bien se prohíben los besos y se mantiene la obligación de los profilácticos, no es obligatorio utilizar barbijos durante las sesiones, aunque se los recomienda. Las medidas incluyen lavar las sabanas cada sesión, usar desinfectante y lavarse las manos constantemente. También se interrogará al cliente para ver si tiene síntomas o si vive con alguien que los tenga.
“Nosotras estamos acostumbradas a la "emergencia sanitaria", hemos lidiado con virus mucho peores que el corona", dice Janet van der Berg, del Centro de Información sobre Prostitución. "Hay gel para manos y hemos pensado en cuáles son posiciones son convenientes. Pero no es un protocolo oficial, cada uno puede decidir por sí mismo'', explica. "Una vez que el cliente se va, se tiene que desinfectar bien el local. Creo que así podremos trabajar con la misma seguridad que otra gente que trabaja en estrecha proximidad con sus clientes, como las peluqueras. Estamos acostumbradas a cuidar la higiene", asegura.
La zona roja se convirtió en un sinónimo de libertad en varios sentidos. Si bien se llama así en Amsterdam por las tradicionales luces rojas, se le llama “zona roja” a otros lugares, sin luces de color que lo identifiquen. En la ciudad holandesa es una zona que mezcla bares, burdeles, espectáculos sexuales y cafés que venden marihuana.
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