En época de redes sociales, casi cualquier detalle íntimo es fácil de percibir gracias a la exposición pública de los protagonistas. Recientemente, gracias al matrimonio entre el millonario empresario Eduardo Constantini y Elina Fernández Fantacci, la receta del “agua de tanga” ha salido a la luz.
Al parecer la modelo de 30 años de edad, y 43 años menor que el empresario, habría incurrido en este tipo de “embrujo” para, según explican personas entendidas en el asunto, “amarrar” al hombre.
La práctica consiste en lavar la prenda íntima con agua, reservarla y después inducir a la pareja para que la tome junto con otra bebida, nunca en soledad.

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Las distintas versiones que indican que Constantini habría sido víctima de este ritual fueron ventiladas, por lo bajo y en secreto, por parte de la familia del empresario que no aprueba la unión matrimonial de la pareja. Al parecer, cinco de los siete hijos que componen la familia del dueño de Nordelta y el Malba, entre otros emprendimientos, no estarían de acuerdo con la relación y por eso no acudieron a la fiesta íntima, solo contó con 50 personas invitadas y se realizó en el Luxury Lounge del Alvear Palace.
Como si esto fuese poco, en el programa Confrontados, que se emite en Canal 9 y es conducido por Rodrigo Lussich y Carla Conte, explicó que Elina habría sido asesorada por un brujo, que reside en el partido bonaerense de San Martin, para llevar a cabo de manera correcta el embrujo.
Además y según ha trascendido, la modelo mendocina habría buscado intencionalmente conocer al empresario. Tal es así que frecuentaba el café del Malba con la idea de alguna vez encontrarlo, cosa que ocurrió siendo el puntapié inicial de su relación.

Por su parte Elina ya había sido pareja de otro empresario, cuya identidad no trascendió, durante cuatro años. Su relación se vio interrumpida por el fallecimiento del hombre hecho que derivó en la intención, sin éxito, por parte Elina de heredar parte de su fortuna.
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