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TENDENCIAS | 01-08-2012 19:05

Adictos al Tecno

Hiperconectados. Tres salames como nosotros que se fueron de mambo con su adicción tech, cuenta cómo es dedicarle 15 horas diarias a Internet y los juegos en red.

Por Claudio Marazzita

"Amo la computadora. Es más, el año pasado me separé de mi novia por ella. Raro pero real”, con­ esa David Barreiro (27), o como lo apodan Murci Rata. 21 horas tipeando, buscando contactos, con la mente y cuerpo hundidos en la PC. Ese es el récord de éste electricista de obra y DJ de tech house.

“Me encantaba conocer gente, más minas que gente, jaja. Pajero total. Entraba al chat de El Otro Yo porque era punk. Me fascinaba. Se iban las personas, pero llegaban otras y no me quería despegar. (Una vez) entré a las 19, más o menos, y salí a las 16 del otro día. Me fui a mi casa, descansé y volví más tarde”, relata vía Messenger.

Argentina no es Corea del Sur, donde dos millones de personas abusan de las nuevas tecnologías, según cálculos oficiales de ese país (ver “Vicios exteriores”). Pero el vicio tech está globalizado. Acá van los retazos de tres historias que se fueron armando vía MSN o mail, esperando la conexión y respuesta de los entrevistados.

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¿Existe la tecnoadicción? Pestañas, ventanas emergentes que titilan y llaman a darle un click. Ese fue el mundo de Murci Rata cuando tenía 18 ó 19 años. “Era estar el mayor tiempo conectado para levantar una mina. Así le fié mucho tiempo al cyber. A veces me escapaba porque no tenía para pagar y también me tuvieron que ir a buscar mis amigos con plata porque no sabía cómo decirle al dueño que no tenía guita”, detalla. Conseguir billetes para la conexión no era tarea fácil, pero “hacía cualquier cosa por conseguir plata y la que tenía era para Internet. Le zarpé a mi vieja… Le sacaba a mi viejo a la noche cuando dejaba el pantalón y se iba a bañar”, revela.

El micro mundo de las consolas, pantallas y redes sociales puede tornarse compulsivo porque “la persona se embarca en largas sesiones que consumen horas, en detrimento de otras actividades, con aislamiento social real, y con otros rasgos como la necesidad imperiosa de conectarse (análogo de la urgencia por consumir de las drogas), malestar si no pueden conectarse (abstinencia), di­ficultades para autolimitarse en su uso y desconectarse, con efectos en su estado de ánimo (usualmente depresión) y disminución del rendimiento laboral y académico”, explica el Lic. Fernando Torrente, Director de Psicoterapias del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y Director de la Carrera de Psicología de la Universidad Favaloro.

La cantidad de horas sentado frente a una pantalla ¿es sinónimo de tecnoadicto? ¿Un oficinista que pasa ocho horas frente a la PC lo es? Para Pamela Isabel Arriola, psicóloga de la Universidad Nacional de Rosario, las conductas adictivas tienen en su trasfondo características de una personalidad patológica. No todas los usuarios de estas tecnologías, por más que estén muchas horas frente a la computadora, van a desarrollar una adicción”.

Según un estudio de ComScore, empresa dedicada a la medición digital, en abril de este año, 15 millones de argentinos mayores de 15 años se conectaron a Internet desde sus casas y pasaron on line ¡26.9 horas al mes en promedio!. En el Top 3 de los sitios más clickeados en la web se encuentran Microsoft (Hotmail – MSN) con 12.4 millones de visitas, Google (Youtube- Picasa) 12.3 y Facebook con 11.5 millones. Sin embargo, la red social se posicionó como el sitio donde los argentinos pasan más tiempo navegando: 8.8 horas al mes. Este comportamiento convierte a los usuarios argentos en el segundo país que pasa más tiempo en Facebook, detrás de Israel (10.6 horas).

Zumbidos

Antes del furor de la banda ancha, el Cyber fue un pseudo centro de reunión de los pibes, una especie de esquina tecno del XXI. En el 2001 un amigo de David Barreiro lo invitó a ir al cyber a jugar al Counter Strike, que por esos tiempos “era el furor”, recuerda Murci Rata. Ese chico le creó un mail y comenzó a conectarse. “Empecé a entrar en el antiguo chat de Hotmail y después de Terra. Así empecé hablar sólo chicas. Me encantaba, me pasaban los números, me re enamoraba hasta que tuve mi primer encuentro. Mucho no me cabió”, puntualiza.  Luego “entraba al chat de El Otro Yo. Me desvivía y fascinaba por ese sitio. Era lo único en lo que pensaba día y noche. Había gente de mi palo, porque antes era punk rocker a full”, explica el Rata su conducta de esos días. Pero ¿cuál es el comportamiento de los internautas argentos?

El 25 por ciento no puede estar más de un día desconectado y un 13 por ciento sólo lo toleraría algunas horas, según la Consultora D’Alessio Irol. “Por un lado todas estas nuevas tecnologías favorecen a muchas personas que de otra forma no se podrían relacionar, pero sobre esa base muy delicada de estructuras psíquicas frágiles y vulnerables. Son personas con problemas de autoestima e inseguridad y es probable que se vuelquen cada vez más a esos modos de relacionarse porque ahí sí se animan”, cuenta la licenciada Débora Blanca, Cooditectora de Entrelazar, Centro de investigación y tratamiento de la adicción al juego.

Jugar

¡Player por 22 horas! 1320 minutos a puro enter o R1. Nicolás Foco (21), estudiante de música electrónica y DJ techno y tech house, casi da vuelta el reloj con juegos de ROL (interpretación de papeles). En esos games “te prendés y querés jugar en tiempo ‘real’. No hacía más que nada por lo social, porque puedo estar en la Play y al rato me aburro, pero on line es más atrapante”, explica NF, quien a los 16 le empezó a darle duro a los pulgares y los findes la descosía con sus diez cuentas. Argentum Online y Rakion eran los games que picaban en punta en las preferencias de Nicolás.

“Si jugás solo a la Play te aburris, pero online es más divertido. No sé si haces ‘amigos’ pero conocés gente y terminás teniendo buena relación. ¡Pasa más por estar jugando con otra persona!”, puntualiza. Las horas pasan, la pantalla te hipnotiza, empieza a dolerte las muñecas y perdés la noción del tiempo de tanto jugar. Después de estar 20 horas frente a una pantalla “no sentís la noción del tiempo”, puntualiza “Me dolía la espalda, pero no era como para dejar de jugar”, amplía. Las jornadas de games eran terreno exclusivo de las reuniones físicas con amigos y en otras ocasiones salía un match cyber versus cyber en el Counter Strike. “A los 16 tuve novia y ¡me peleé con ella por jugar! Más que nada porque no me creía que nos juntábamos sólo a eso. A esa edad era muy vicio”, con­ esa.

La licenciada Diana Sahovaler de Litvinoff, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA/IPA) y autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual, considera que en ocasiones a los usuarios les “gustan los juegos virtuales o las conexiones para evitar una situación real. Lo importante es pensar que la persona es la que tiene una predisposición a la adicción y encuentra en la PC un medio para satisfacerla”, afirma. La doc comenta que se ha encontrado con casos que usan “mucho la PC pero sin llegar a una enfermedad” y aprovecha para marcar una comparación vital para entender el tema: “Es lo mismo que diga que el teléfono genera adicción. Ahora está la computadora pero antes se la pasaban hablando por teléfono en lugar de encontrarse”.

Cuatro horas diarias es el promedio de juego on line que David Portesi (28), distribuidor de autopartes, le dedica a distintos games. Todos los días de 22 a 2 de la madrugada, aunque su rércord fueron 12 horas. “Pocas veces me quedo jugando on line desde que termino de comer hasta ir a trabajar al otro día”, cuenta. Aunque aclara la funcionalidad que puede tener esta herramienta: el “80 por ciento de las veces que una persona está conectada no es para ‘jugar’ si no simplemente para entrar y dialogar en la comunidad, ya que Play3 o Xbox 360 te permite jugar cooperativamente o hacerlo solo y entablar una conferencia con amigos”. “Por lo general realizo todas mis tareas sin dejar nada por hacer. Trabajo, soy padre y marido. Hay gente que se come 5 horas de televisión diarias. Yo como no consumo TV paso el tiempo disponible jugando”, dispara ante la pregunta vía mail de qué deja de hacer para estar on line. Los games cruzaron la vida de David tanto que lo re‑ eja en su chico. “Mi hijo Yashiro (le puse ese nombre en honor a un juego de pelea que le di duro en la década del 90) de seis años juega conmigo la mayoría de los games cooperativos. Le encanta, pero el día que vea que lo hace mejor que yo, ahí no lo dejo jugar más jaja”, bromea.

Vicios exteriores

Por estar todo el día en un cibercafé alimentando a un pibe en un juego virtual, un matrimonio de jóvenes dejó morir de desnutrición a su bebé de tres meses. Un chico de 22 años mató a golpes a su vieja porque lo retó por pasar tantas horas frente a la PC. Ambos casos ocurrieron el año pasado en Corea del Sur. ¿Más? En el 2005 el Gobierno de ese país anunció que un hombre murió después de jugar 50 horas seguidas. En tanto, Vietnam, Holanda y Estados Unidos tienen sus centros de rehabilitación para adictos a Internet. En China, un grupo de 14 adictos a Internet, de entre 15 y 22 años, organizó un motín y se fugó de un centro de rehabilitación. Además, una dulce adolescente californiana de 13 años mandó 14. 528 SMS en un mes. ¿La factura? Dos mil dólares. En España el escenario no es muy distinto. Según una investigación de la Oficina de Madrid informó que el 30 por ciento de los jóvenes de entre 11 y 17 años se siente “sumamente agobiados” cuando les sacan el celu. ¡Aflojen!

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