¡Conocé la historia!
350 personas vestidas apenas en paños menores quedaron en la calle después de ser desalojadas de un boliche swinger en Hattingen, un municipio ubicado en el norte de Alemania en donde habitan 54 mil personas.
Según ha informado el prestigioso medio alemán Bild, cerca de las 21 hs. Los dueños del local nocturno, en el cual se realizan fiestas swingers, debieron desalojar el lugar cuando la alarma de monóxido de carbono comenzó a emitir una alerta. Inmediatamente la gente abandonó el local, muchos en paños menores y otros cubiertos con toallas o frazadas, y se ubicaron en la calle.
En poco tiempo tanto los bomberos como personal médico se hicieron presente en el lugar para investigar lo que había sucedido y presentar asistencia médica a quien lo necesite. Los bomberos se dispusieron a revisar las instalaciones acompañados de personal especializado en materia de gas para determinar qué había sucedido. Los médicos tuvieron que instalar carpas en la calle para poder asistir a varias personas que presentaron mareos, incluso algunas, debido a la gravedad de su situación, debieron ser trasladadas al hospital mas cercano.
“Lo que podemos certificar es que no huboexplosión alguna ni
tampoco incendio”, explicó Jens Herkströter, vocero de los bomberos de
Por qué la sífilis volvió a ganar protagonismo
Hattingen. "Todas las mediciones del departamento de bomberos dieron
negativas", aclaró.
Por su parte, la capacidad del local se encontraba holgadamente excedida ya que contaba con habilitación para 199 personas y fueron 350 las que sufrieron el altercado. Una vez finalizada la inspección por parte del personal especializado, las personas afectadas pudieron volver a ingresar al lugar para retirar sus pertenencias. Personal de los bomberos explicó que después de la inspección “la fiesta no continuó”. Además los vecinos de la zona se mostraron muy molestos por la situación. Tal es así que uno de ellos explicó en declaraciones a una radio local: “Ha sido muy fuerte, yo no daba crédito. Nunca había visto algo así. Pero es mi trabajo, así que los ayudé a subir uno por uno como pude al autobús, arrancamos, y los dejé en su destino”.
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